DIVERSIDAD CULTURAL: RESISTENCIAS Y ENTUERTOS

Leif Korsbaek
Héctor Ruiz Rueda
Ricardo Contreras Soto

Identidad e interculturalismo

Introducción

Parece ya un lugar común o una idea muy trillada decir que, en los actuales debates sobre multi- o interculturalismo, uno de los problemas ineludibles a plantear sea el de identidad y diferencia. Pero en ocasiones lo más trillado es lo menos discutido. ¿Qué sucede cuando las identidades comunitarias entran en contacto con el Sistema? ¿Las identidades se pierden, se mantienen intactas o se transforman? Hay muchas implicaciones en esta pregunta. Advertirla nos hace avanzar en la discusión. Hay algunos que responden fácilmente a la pregunta, éste es el mejor de los casos. Otros ni siquiera la alcanzan a ver. Esas preguntas sugieren otra. No ya ¿qué sucede con la identidad comunitaria? sino ¿qué sucede con el Sistema al relacionarse con las identidades comunitarias? Al menos los análisis que presentaré aquí, cuando tocan la relación entre Sistema y particularidades, se enfocan más a las primeras preguntas. Pero cabría incluso otra pregunta más: ¿Es posible la identidad del Sistema sin al menos un residuo de identidades comunitarias? Y en última instancia este residuo de particularidad es una diferencia radical, que no significa diferencia pura. En buena medida el sentido del multi- o interculturalismo depende de las respuestas a estas preguntas. Si no es posible ese residuo de identidades comunitarias, el multiculturalismo no es posible o, si lo es, lo sería como mera ideología del capital global, ésta es la crítica que sostiene Slavoj Žižek. Si es posible este residuo tiene sentido el multi- o interculturalismo. En tal caso esta posibilidad deberá encontrar una justificación que rebase un plano meramente político. El punto aquí es entender, hasta donde sea posible, el alcance de la crítica de Slavoj Žižek al multiculturalismo. Los debates multiculturales no deben pasar por alto esta crítica. Aunque en muchos casos es así. Y es que esta crítica es incómoda, muy probablemente insuperable. Para entender las reflexiones de Žižek habrá que presentar el terreno que será objeto de su crítica. Esta presentación nos hará ver cómo las preguntas que he planteado anteriormente, o ni se advierten, o si se advierten son respondidas con una facilidad, que hace pensar que el problema de la identidad no se ha tratado suficientemente. A partir de tener presentes estos dos panoramas, es decir, el terreno objeto de crítica y la crítica de Žižek, la idea es mostrar mi postura sobre la posibilidad o no de aquel residuo de identidades comunitarias o residuo de particularidad. Por eso divido el texto en tres apartados. El primero es Modelos interculturales. Estos modelos serían el objeto de crítica de Žižek. Este apartado es un pequeño estado del arte en torno a las respuestas que algunos teóricos han dado a las preguntas planteadas anteriormente. El mundo al diván, por Slavoj Žižek, es el segundo apartado. Aquí encuentro los puntos nodales de su crítica al multiculturalismo para ver con precisión su radicalidad. Éste es el paso previo obligado: entender bien su crítica y su alcance para hacer visibles algunas de sus implicaciones. Después de esto, hago un contraste entre los modelos interculturales y la crítica žižekiana. Con esto último, obtengo algunas premisas que permitirán decantarme o no por aquella posibilidad de un residuo de particularidad. Esto último aparece en: ¿Es o no posible un residuo de particularidad? O falsos enlaces de un neurótico obsesivo.

Modelos interculturales

La idea es que, a partir de León Olivé y Alberto Bartolomé, obtengamos un panorama general sobre modelos interculturales en México. Si la pregunta por la identidad y la diferencia es esencial para el sentido de estos modelos, habré de analizar sus propuestas desde esta pregunta. León Olivé es el extremo. Su propuesta es un modelo intercultural ideal. Todas las identidades comunitarias son autónomas y pueden participar desde su diferencia (derecho a la diferencia) en la comunidad nacional o global:

El derecho de los pueblos a la diferencia (…) tanto como el derecho a decidir de manera autónoma (…) no son incompatibles con el derecho a participar en la vida política, económica y cultural de su sociedad nacional y de la sociedad global. Por el contrario, estos derechos son complementarios. Pero a la vez (…) llevan consigo la obligación del cambio en cada pueblo, al menos de los cambios que sean necesarios para convivir armoniosamente con el resto de la nación (…) − o el − contexto planetario (Olivé, 2006: 33).

Participar en esa comunidad global significa participar en la construcción de acuerdos epistemológicos y morales interculturales. La construcción de estos acuerdos es a través del diálogo horizontal y armónico entre los distintos involucrados. Éstos, a través de este diálogo, podrán preservarse y desarrollarse respetando, como he mencionado, su autonomía y diferencia:

Las relaciones interculturales tendientes a la construcción de la sociedad global deben ser guiadas por el ideal regulativo de establecer estándares de evaluación moral y epistémica de común acuerdo (…) lo que importa es alcanzar acuerdos sobre suficientes puntos de manera que sea posible la cooperación entre pueblos y culturas, y que se pueda desarrollar, por un lado, un proyecto nacional común, y por otro un proyecto global común (Olivé, 2006: 47).

La autonomía en Olivé tiene límites. El límite está dado por el bienestar del colectivo, de la comunidad más amplia, es decir, por su "sobrevivencia y perduración" (Olivé, 2006: 111). Hay otras características más. Las comunidades indígenas, que parecen ser las únicas que encajan con la definición de cultura que ofrece Olivé, son o serán autónomas si tienen incidencia en dimensiones económicas y políticas. La idea es que puedan decidir libremente sobre aspectos relacionados con su territorio, y que puedan usar la tecnología de acuerdo a su propia idiosincrasia. Aquí aparece también la idea de que las políticas compensatorias del Estado, están más que justificadas, debido a la "deuda histórica" que se tiene con los pueblos indígenas (justicia social). Olivé es de los pensadores que ni siquiera advierte el problema entre identidades comunitarias y el Sistema. ¿Las identidades comunitarias se pierden, se conservan o transforman al entrar en contacto con el Sistema? A lo mucho Olivé entiende que las comunidades también tienen la obligación de cambiar, cuando sus particularismos amenazan los criterios mínimos universales que hacen a la comunidad global mantenerse. Pero no hay algún problema con esto. En última instancia, en ese modelo intercultural ideal, las comunidades indígenas podrían dialogar, siendo autónomas y conservando su diferencia, con la lógica del capital. O sea, no hay problema en si la identidad se pierde o no, o se transforma, o se conserva. Interculturalidad para Bartolomé implica la existencia de agentes o actores capaces de entender distintas culturas, de saber el lenguaje de éstas y obtener cierto provecho de ellas para lograr los propios proyectos. Y el hecho de que estos agentes se abastezcan de otros repertorios culturales no significa que pierdan su identidad. Si lo hacen así es por una cuestión estratégica. El ejemplo paradigmático de estos agentes son las comunidades indígenas:

Pueden (…) existir formas de interculturalidad no alienantes, cuando el ser humano está en condiciones de incorporar aspectos seleccionados de los flujos culturales que circulan por el planeta de acuerdo con sus propios intereses y pudiéndolos incorporar dentro de sus marcos conceptuales con la menor violencia posible. Es decir, cuando este proceso responde a sus objetivos y no a la imposición coercitiva. Cabe destacar que el contingente poblacional latinoamericano más abierto a la interculturalidad es precisamente el indígena, millones de ellos han aprendido los idiomas dominantes y están capacitados para moverse dentro de la culturas diferentes a la propia (…) Y esta Interculturalidad no implica necesariamente la renuncia al mundo propio (…) Se trata de una adaptabilidad estratégica (Bartolomé, 2006: 123-124).

Por ejemplo, dice Bartolomé, las comunidades zapotecas son capaces de participar exitosamente en las relaciones mercantiles dadas por la lógica del capital. Su participación es exitosa porque alcanzan mejoras económicas, al tiempo que mantienen "su autonomía política basada en el tradicional 'sistema de cargos' y una vida ritual colectiva que sigue sus propios términos". En consecuencia, el éxito económico no implica integración al "sistema envolvente", lo que sucede es un "rediseño cultural" o "transfiguración étnica" (Bartolomé, 2006: 129). Bartolomé no pasa por alto que en esta noción de interculturalidad existen relaciones de poder. Los modelos ideales de diálogo intercultural, como sería el de Olivé, aunque resulten una "tarea ineludible" no tienen "posibilidades fácticas de concreción". En ocasiones, no es factible esperar a que el interlocutor quiera dialogar, habrá que sentarlo en la mesa de diálogo: "La comunicación intercultural no depende sólo de la disposición a dialogar de la parte estatal del sistema comunicativo, sino cada vez más de la capacidad indígena de asumir y defender posiciones que supongan una cuota de poder adicional" (Bartolomé, 2006: 129). Aquí Bartolomé advierte, en cierto sentido, que pueden haber algunas dificultades cuando las identidades comunitarias participan de la lógica capitalista. Entiende que su noción de interculturalidad puede hacernos pensar en una disolución identitaria de las comunidades. Pero ya vimos cuál es su postura. La identidad de las comunidades indígenas no queda integrada al sistema, sólo se rediseña o sufre una transfiguración étnica. Es así porque pueden participar de la lógica del capital desde su propia diferencia, es decir, desde su tradicional "sistema de cargos". Conserva su autonomía política. Esto lo asemeja a Olivé. La diferencia con éste estriba, en que la conservación de la diferencia, se piensa en un contexto donde acontecen relaciones de poder. La autonomía política está inscrita en relaciones conflictivas y asimétricas. Uno ni lo advierte, pasa de largo la posible aniquilación de la identidad comunitaria al relacionarse con el sistema. Simplemente no se aniquila, participa siempre desde su autonomía y su diferencia. ¿Por qué es esto posible? Porque así es un modelo ideal. La postura de Bartolomé a fin de cuentas no se aleja mucho, aunque no piense en modelos ideales. Sí advierte la cuestión, por eso habla de una "transfiguración étnica". Y éste es su argumento, es decir, la identidad comunitaria no se pierde, no se integra al sistema, se "transfigura". Los zapotecas entran a las relaciones mercantiles manteniendo "transfiguradamente" su diferencia y autonomía. El posible problema es despachado de inmediato. Para comenzar con Žižek. Es ideología pura pensar que las comunidades indígenas puedan dialogar con el capital, y también lo es pensar que estas comunidades no se integran, sino que sólo se "transfiguran". La lógica del capital hace pensar estas conclusiones, pues éstas, al mismo tiempo lo terminan sirviendo, lo hacen invisible.

 

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